David es un joven porteño que vive en un departamento nada especial, pero nada. Valora su ventilador. No se levanta de la cama. Su novia medio que lo dejó. O lo dejó. Tiene que escribir, pero no. Piensa. Piensa. Piensa. La cabeza de David analiza todo, se baña. Analiza. Interpreta. Evalúa. No para de pensar y nosotros escuchamos sus pensamientos. Sobre la ducha, sobre el baño, sobre sus miedos (uf, son muchos), sobre la comida, sobre su novia o su no-novia, sobre su trabajo o su no-trabajo. Al fin sale a la calle.