Unos presidiarios se escapan mientras son trasladados. En su huida atropellan a un campesino, al cual dejan tirado en la carretera creyendo que está muerto. Mientras tanto, un conductor de un coche fúnebre se encuentra el cuerpo del campesino, que está cubierto de sangre. Para su sorpresa, el campesino, que parecía muerto, empieza a hablar y, mediante unos polvos mágicos, logra que su rostro, desfigurado tras el accidente, vuelva al estado normal.