El destino de Ossandón coloca en entredicho los métodos de la policía para dar con el paradero de Blanca; sus padres, de espaldas a la investigación, ofrecen recompensa a cambio de información. Murillo y Fernández entienden que están detrás de un hombre imaginario que se escuda en sus diferentes jaurías para invisibilizar su perfil sicológico. Una nueva pista de Blanca se filtra en la red.