A finales del siglo XIX, la aldea de Kislova, en los Cárpatos orientales, es asolada por las misteriosas muertes de algunas jóvenes que aparecen con marcas en el cuello. Los hombres del pueblo sospechan de un vecino del lugar que nunca sale de casa y, pesea a la oposición del médico, planean matarle. Cuando le clavan la estaca en el corazón se dan cuenta de que estaba durmiendo y de que realmente es Drácula.