Al colegio llega doña "Merlucines", una vieja avinagrada y chisosa, que pronto hace la vida imposible a Celia. La guerra entre ambas registra muchas batallas, de distinto tono y magnitud. Celiz se come sus chorizos, la señora espulga a la cigüeña y trata de exterminar a las cucarachas. Celia llena el dormitorio de doña "Merlucines" de cucarachas, lo que hará creer a las monjas que la pobre mujer padece un ataque de auténtica rabia. Celia ha de refugiarse en su escondite de la huerta para sentirse libre y feliz. Llegan unos titiriteros que dicen que van camino de la China. Celia no puede irse con ellos, como desaría, pero puede hacerlo imaginariamente y escribirlo en el libro que le regaló su padre.